martes, 16 de marzo de 2010

"para nombrarte mi hogar y mi bandera" (no. 44)


la nostalgia tiene la forma del horizonte que se aleja…
los ojos y los sueños se escapan hacia el mar
Sandra Lorenzano


No quiero decir que Saudades de Sandra Lorenzano es, como ya se ha dicho, una novela donde convergen diversas voces, relatos, trozos de memoria, palabras-de-otros y fantasmas sin fin.

Más bien quisiera guardarme en la memoria, como un deseo que se renueva, los caminos que ahí he encontrado para volver a la imagen de cualquier posible exilio y aun ahí nombrar[te] mi hogar y mi bandera

***
¿quién sabe al pronunciar esa palabra “adiós”,
cuánta separación nos queda por delante?
nadie lo sabe ni nadie lo imagina en el momento justo de la despedida
por eso nos hemos convertido en exiliados que viven a la deriva, en una especie de vaivén sin fin, asidos al recuerdo y a la imagen.
a veces hay orillas con nombres familiares, músicas que suenan a abrazo tibio y firme, secretos revelados de pronto en un nombre y una mirada.
a veces también está todo eso que somos y llevamos impregnado en la sangre y en la piel, aunque la distancia imprevista nos duplique su peso y nuestro cansancio...
voy en busca de los nidos quemados;
imagino que aún estarán tibias las cenizas
***
está también el camino forjado por la lucha con/tra las palabras: duelo cotidiano renovado en cada jornada, cual prometeica condena gozosa y triste:
se me atragantan las palabras.
se me atraganta el silencio.
sólo me salva, Amor, perderme completa en ti.

está el decir de lo indecible, el contar-para-no-morir de Scherezada, la obstinación en el relato que sin ningún derecho hacemos nuestro, hasta vivirlo, hasta sangrarlo, porque hemos aprendido que
escribir es escarbar en el lenguaje. sabiendo que también allí han quedado cicatrices

está la lista de nombres y de muertos, el tren que parte, los brazos que se extienden, todo el vértigo en una mirada, el silencio del agua, la terquedad de querer decirlo aunque la inutilidad de las palabras termine por dejarnos en silencio:

no necesitamos palabras para inventar complicidades, para fundar
gestos y murmullos en los amaneceres anaranjados. No necesitamos
palabras para volvernos náufragos enloquecidos que buscan su madero
al borde de un único ombligo […]
no necesitamos palabras para trenzar nuestro aliento en la orilla
misma del día, lejos de los muelles conocidos. no necesitamos
palabras para celebrar rituales que tengan el sonido exacto del nombre amado.

***
está finalmente el camino que describe la nostalgia intraducible: la saudade sabor a oporto rojísimo, con olor a-mar sin fin y a amor sin rostro, con manos milenarias/caricias de piedra,
la saudade como un verbo que sólo se conjuga en la mirada y en un tiempo pasado ya marchito.


cursivas: Lorenzano, Sandra. Saudades. México: FCE, 2007.
imagen: "arrebato". Lorenza Tolentino. www.pintoresmexicanos.com
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