sábado, 8 de enero de 2011

el nombre solidario (54)

“Buscar las palabras –como si nos fuéramos a enamorar de ellas –amar –perseguir las palabras que nos empollan –todas las palabras”. La búsqueda se articula como punto de partida y destino final, como camino recorrido y por recorrer en una misma dirección que es siempre la del poema. La cuidadora del fuego, último libro de Amanda Berenguer (1921-2010), se constituye en muchos sentidos como un arte poética que va explorando las diversas nociones e interrogantes que han atravesado su quehacer literario.

A partir de una interacción entre elementos de la vida cotidiana y evocaciones de la banda Moebious y la botella de Klein, el encuentro con la poesía, y la poesía misma, se convierten en una insistente confrontación con el imposible y la paradoja. Como “un tránsito maravillado en doble dirección”, según define Roberto Echavarren en el postfacio, Berenguer asume el compromiso con la palabra para existir en ella, en sus resonancias y sus silencios, en sus inherentes contradicciones en tanto que portavoz de la propia vida.

Un poema es una criatura especialísima/ que el poeta elabora con tan delicado y obstinado rigor/ hasta el momento mismo en que siente/ que se le escapó de las manos –/ y entonces todas las vueltas lógicas que hacemos/ sobre su texto son inútiles. Él/ está en otra dimensión (“Otra dimensión”).

En un juego de espejos muy similar al que rige las imágenes de Escher, los poemas de Berenguer son simultáneamente autonomía de la palabra y obsesión de quien escribe, y en medio de esa lucha, una multiplicidad de formas, matices y situaciones destinadas a procurar el florecimiento del detalle.

La cuidadora del fuego es, según esta lógica, un adentro y un afuera, un decir el microcosmos íntimo implicando la inmensidad cósmica inabarcable. Desde el ámbito privado del hogar, las pequeñas cosas se traducen en palabras para hablar de la grandeza del universo y del carácter sagrado propio del nombrar a través de la palabra.

Palabra dueña y señora de la naturaleza toda. Pensamiento
encarnado en sangre letrada. Figuración vidente de lo imposible.
Palabra: signo sagrado. Hija del habla –locución de tiempo
memorial –
poseedora del grito y del lamento –de la guerra y de la paz.
Decisiva palabra que nos hiere y que nos salva al mismo
tiempo –
o nos cubre de alma –o nos deja al borde del infinito –por
sus letras
insomnes sostenidos (“Al borde del infinito”).

Esta divinización de la palabra, sin embargo, no permanece únicamente en el plano del poema y la paradójica intención de querer nombrar lo inefable, sino que adquiere una complejidad todavía más intrincada al tener que enfrentar la cercanía de la muerte. “Sentir la vejez es como denunciar al asesino” leemos en “La casa está invadida” y esa denuncia es al mismo tiempo escapatoria y cárcel, empeño y derrota. Las estrategias son múltiples, como múltiples son los rostros de la vida que intuye la muerte en cada día y en el espíritu que habita y modifica las cosas.

Mi experiencia/ es tratar de marcar el tiempo –/ de hacerle unas señales con la palabra – (“Marcar el tiempo”).

Ser ordenada, o más bien, ordenar, es mi manera/ de escapar al caos. ¿Ordenar es crear?/ La creación caótica también existe (“Hojas de oro”).

Tiempo, creación, orden y caos, espejismo, memoria e historia, son los engranajes que lentamente le van dando vuelta al sentido de esa búsqueda inicial del lenguaje, aunque al final siempre haya “una injusta errata de la palabra” que lastima y se padece (“Árbol del dolor”). De cualquier modo, la escritura se asume como una lucha permanente, como una vocación por la palabra que renueva, transforma e insufla de vitalidad el cotidiano.

Para apurar el levantamiento/ simultáneo de otra cosa –/ de verdad y vida y compañía –/ para asumir la responsabilidad/ de toda batalla –/ firmo esta noche/ mi nombre solidario (“Arte poética”).



La cuidadora del fuego fue recientemente publicado por la Editorial La Flauta Mágica en Montevideo. La recopilación de textos y el postfacio estuvieron a cargo de Roberto Echavarren e incluye una entrevista a la autora realizada por Silvia Guerra.