martes, 30 de abril de 2013

mediana crónica de pequeños días. I. (no. 61)


para Inés
Advertencia


M
e pides que te escriba un cordero y yo digo que no. Primero, porque la palabra cordero necesariamente tiene un acento (bastante fuerte) de precandidato panista a la presidencia. Así que será un borrego, sin ninguna implicación de dejadez ni de seguir a la manada ni cosa por el estilo. Un sencillo –que no simple– borrego. Segundo, de acuerdo con la fuente primaria de donde proviene la petición, el Principito le pide al piloto un cordero, uno que viva mucho tiempo y sea del tamaño justo para habitar en su planeta, de ahí el rechazo abierto a aceptarle la boa digiriendo al elefante. Bueno, entonces mis borregos –o las cajas que los contengan, según sea el caso– irán delineándose desde el tuyo (tu planeta, no tu borrego). Tercero y último, imagina que cada borrego es como otro planeta y cada otro planeta es como otra ciudad y que así como Campeche es el ejemplo más cercano, más bien el único que tengo del tipo de borrego que quieres, sólo puedo ofrecerte borregos viajeros.
Agrego un cuarto, una especie de posdata, porque he decidido incluir también otros escritos que, aunque no cumplen con la naturaleza de los borregos antes descritos ya que habrá algunos ubicados en tu muy conocida Ciudad Blanca, sí que guardan en su interior la voluntad de ser compartidos [contigo]. Octavio Paz tiene una “Pequeña crónica de grandes días”, yo sólo te ofrezco, pues al parecer la pequeñez de estas páginas no será tal y los días se hacen breves cuando los atraviesa la fascinación ante la vida, esta “Mediana crónica de pequeños días”.


Decir Xalapa


El primer borrego viajero[1] será de la ciudad de Xalapa, aunque quizá podría desplegarse en varios, pues la ciudad es diversa, polifacética y multicomplicada. Empiezo desde lo más general: Xalapa, capital del Estado de Veracruz es también conocida como “La ciudad de las flores”, la “Atenas veracruzana” y, para los cuates, la “Apenas veracruzana”. Curioso es que para ser ciudad capital es demasiado pequeña (apenas más grande que el B 612) y no tiene mayores posibilidades de crecer porque las montañas se lo impiden. La capital debería ser el Puerto de Veracruz, pero alguien alguna vez instituyó en uno de esos papeles importantes (tipo la Constitución y así) que un puerto no puede ser capital de un estado; por eso, el ser en sí del Puerto es su más grande limitación. Todo, como podrás advertir, se reduce a un problema ontológico.
La ciudad de Xalapa, te decía, es bastante contradictoria, misteriosa y fascinante. Su nombre viene de Xalla-a-pan (agua en el arenal), ya que sus barrios originales se encontraban entre arenales por donde fluía el agua. En el centro de la ciudad aún sobreviven algunos de estos barrios, como el de Xallitic, situado debajo de un puente y acondicionado como un parque rodeado de árboles, cafecitos y unos inexplicables lavaderos públicos. La idea de la “Ciudad de las flores” le viene bien. La vegetación todavía es un tanto exuberante, sobre todo en la zona universitaria donde se encuentran las oficinas de la rectoría, el estadio y las facultades de arquitectura, economía, biología y derecho de la Universidad Veracruzana. Atrás de la rectoría está la zona de los lagos: un conjunto de tres largos lagos artificiales en los que se han estado cultivando nuevas formas de vida inter y extraplanetaria[2]. El agua en ellos es verde, de un verde alga, de un verde alga radioactiva, sin llegar al tono criptonita. Es un agua más bien espesa, casi coloidal, en la que sin embargo circulan, ya sea en su interior o muy por la superficie, peces, patos, garzas, gansos y gansitos, y a veces, uno que otro infortunado borracho. La calidad del agua no es producto del descuido ni la falta de planificación. Al contrario. Letreros ubicados estratégicamente a lo largo de los lagos advirtiendo que los seres vivos en ellos no son para consumo humano, es clara evidencia de que hay un orden bien dispuesto.
La zona de los lagos es emblemática y día con día muestra ciertas modificaciones acordes con las demandas y necesidades de la sociedad. Por ejemplo, puesto que ahí confluyen varias escuelas de todos los niveles no es extraño advertir, apostados a la sombra de los floripondios[3] en flor, múltiples parejitas intercambiando diversidad de mercancías tangibles e intangibles (unas mucho más tangibles que otras, desde luego), así que la municipalidad decidió hacer los encuentros más confortables instalando unas banquitas de concreto duro y plano a la orilla de los lagos que, bajo el sol del medio día, constituyen el sitio idóneo para aspirar las emanaciones del agua verde, radioactiva, y de paso, asarse el trasero. De repente también improvisan puntos de entretenimiento en torno a esta imitación de natura, como la tirolesa que pasa por encima de todo el primer lago y en la que, si gozas de unos cuantos kilos de más, puedes refrescar tus posaderas (después de haberlas asado en las bancas) en el agua unos cuantos metros antes de llegar al otro lado. O los conciertos de fines de semana organizados en la plataforma flotante situada frente a las gradas-escaleras para bajar al primer lago. Un sábado me tocó el de una chica, en plenitud de la pubertad, interpretando todos los éxitos de Fanny Lu y otras destacadas figuras de la música contemporánea, que bailaba y cantaba invitando al público a acompañarla con la letra e incluso a subirse a la plataforma a danzar con ella. Sólo unos cuantos chiquillos de entre 3 y 6 años acudieron al llamado. Fue todo un éxito.
Más allá de esta área, las flores y la vegetación están por todas partes. Es curioso ver orquídeas creciendo al pie de las banquetas, helechos aferrados al cableado eléctrico, las cornisas, la parada del camión; margaritas, hortensias y otros muchos tipos cuyos nombres desconozco pero de las cuales puedo aventurar una bonita descripción. Abundan en los arriates unas flores que pueden ser blancas, rosas, guindas o una mezcla de ambos colores, surgen de unos arbustos de hojas verde oscuro y tienen los pétalos en forma de mariposas a punto de emprender el vuelo; hay otros sumamente intrigantes, son rojos o amarillos y semejan unos camarones (de los grandes que quedan estupendos empanizados) pero sin los ojitos, y hay otros más que salen de unos árboles medianos y son idénticos a un cepillo para lavar biberones o botellas, son de color rojo carmín y aún no identifico si son flor o fruto, hoja o semilla.
17 de marzo 2012



[1] Nótese que con la expresión “el primer borrego” me estoy comprometiendo a la emisión de más de uno, lo cual puede resultar en algo tramposo (para mí, que no de mi parte), ya que es bastante difícil regresar a este tono en medio de las lecturas obligatorias del doctorado. Por ejemplo, después de leer que “la palingenesia renacentista facilitó la expansión de Europa y fue decuplicada por la palingenesia del Iluminismo que sentó las bases de la dominación universal” (Rama 24), una termina plena y francamente desmotivada. Lo que quiero decir es que lo intentaré.
[2] Esta es, desde luego, una hipótesis muy personal. No dispongo al momento de documentación que la respalde, aunque sí de ciertos datos meramente empíricos en los que se fundan mis sospechas. Tal vez después regrese al planteamiento de este problema o tal vez no.

[3] El floripondio es una especie que goza de mucha fama en Xalapa. Dice la RAE que es un "Arbusto del Perú, de la familia de las Solanáceas, que crece hasta tres metros de altura, con tronco leñoso, hojas grandes, alternas, oblongas, enteras y vellosas, flores solitarias, blancas, en forma de embudo, de unos tres decímetros de longitud, de olor delicioso, pero perjudicial si se aspira mucho tiempo, y fruto elipsoidal, con muchas semillas pequeñas de forma de riñón". Ajá, pero su fama no radica en su parentesco con las solanáceas, sino en esos efectos perjudiciales. Las anécdotas son muchas acerca de la gente (sobre todo estudiantes) que ha comido, bebido el té o fumado sus flores y los tremendos efectos alucinógenos, de entorpecimiento de las funciones motrices y experimentación de diversos grados de inconsciencia que produce su consumo. La verdad es que las flores son muy lindas, recuerdan a las de Alicia en el país de las maravillas, y su olor, ciertamente, es muy seductor.